viernes, 5 de noviembre de 2010




Llueve en Santo Domingo

Por: Providencia Rossi Pujols


El cielo de Santo Domingo no ha visto hoy la luz del sol,
La lluvia se apodero de las nubes, del sol.
 El agua cae a cantaros en la ciudad,
 Llenando las calles, los ríos, las lagunas, las cabañas y las casa
 De aquellos que no tienen casa, sino más bien una figura parecida.
 Mientras observo tras el cristal de mi ventana,
 Contemplo la quietud de la ciudad alegre a la que estoy  acostumbrada,
 Con su transito congestionado, ruidoso, lleno de colorido y alegría.
 Este Santo Domingo de hoy, es distinto
 Silencioso, gris, parco, solitario
 La lluvia tenaz lo ha cambiado todo por un día, dos días.
 Hoy el sol ha delegado su reinado a la lluvia
 Que se apodero del espacio, de las calles, de los edificios de cemento
Donde sus habitantes desde lo alto de un octavo piso la ven caer de un
Modo romántico y hasta erótico,
 Allá, en la periferia, en las casa de cartón es otra lluvia
 No es tan romántica, cuando moja hasta  los tuétanos a la madre que a las
Primeras gotas es empujada a salir huyendo ante la amenaza de ser
Arrasada por la corriente junto a sus hijos.

 La magia termina cuando la pobreza obliga 
Que manera esta tan particular de recibir el verano, santo domingo
 A ritmo de lluvia,
 De riadas, inundaciones
 Tiñendo de gris la ciudad
 Mojando los pies del transeúnte,
 Con la molestosa gotera en el rostro adormilado del niño que tiene como
 Patio la orilla del  Ozama,
  Que ocurrencia la tuya santo domingo
 Cuando has crecido hacia arriba, con tus altos edificios de cristales Relucientes,
 Justo en el centro, donde llevan de la mano al turista extranjero,
Y en la orilla, el cinturón aprieta la miseria, sin ojos para ver,
 Sin oídos para escuchar el llanto ahogado del niño sin pan y el padre sin
Oficio
 Que manera tan particular de recibir el verano, Santo Domingo
 La magia termina cuando la pobreza obliga  







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