martes, 25 de mayo de 2010

TODA LA VIDA NO BASTA


 A modo de desahogo por la impotencia que se siente al momento de escuchar una sentencia tan benigna para un individuo que apagó la vida de un ser tan querido, quiero traer a éste medio, el artículo publicado por Diario Libre el pasado 13 de Noviembre el 2009, escrito por una servidora.Ayer llegó el momento tan esperado para mi familia, por fin se conoció el juicio de Fondo en contra de Junior Domínguez y el capitán de la Policía Nacional Fausto Encarnación Domínguez, por el asesinato de mi sobrina y periodista Helen Suriel Pujols, pero  en algún momento la indignación estuvo a la par con el dolor,  cuando se escucho la sentencia del tribunal, que condena a sólo 15 años de prisión a Junior Domínguez, por haber entrado a  la habitación de Helen, donde ella hablaba por teléfono y sin mediar palabras le dio un disparo en la frente;  pero ciertamente que la justicia no repara en el daño causado a la victima, ni a la madre, ni a sus hijos.  No  importa lo que pueda pasar con Glory, esa pequeña  con parálisis total y ahora huérfana de padre y madre,  no importa  ni a la justicia ni a ninguna otra  institución;  ni decir de Yadir, que  aún espera a su mami  para celebrar junto a ella sus 5 años.
Helen, era una joven entusiasta, progresista, inteligente, con miles de proyectos  en carpeta, que con tan sólo 28 años había logrado el doble que la mayoría de su edad. Ciertamente Tenía defectos y virtudes como todo ser humano, pero seguro que poseía muchas más virtudes que quien disparó esa arma como regalo de años nuevo, el primero de Enero del 2009.
A la Familia de Helen, sólo les queda implorar por la justicia Divina, ya que la de los hombres es tan imperfecta como todo lo que proviene del hombre.
Helen, Se que en este momento me estas mirando con esa carita risueña y traviesa  y que  me estas  diciendo “Tía la quiero mucho”, como lo hacías mientras rodeabas mi cuello con tus brazos, y yo te digo lo de siempre, “Yo también te quiero mucho”; pero no te perdono que te fueras así tan sencillamente.



Treinta años de prisión no bastan para pagar por un crimen; una condena a cadena perpetua tampoco sería suficiente para devolverle la vida a un ser humano, mucho menos para atenuar el dolor de una madre que sufre por el asesinato de una hija en plena juventud. Y qué decir de la infinita espera de un niño de 4 años, que de súbito le dicen que su madre se fue al cielo y que no puede llevarlo al colegio, ayudarlo con sus tareas o acompañarlo en su fiesta de cumpleaños.
Ni el nuevo Código penal, ni los tecnicismos legales utilizados por los abogados como tácticas dilatorias en un proceso judicial, conocen el dolor inmenso de perder un ser querido. Son esos sentimientos los que se colocan del lado de la reciente propuesta para que en el país pueda aplicarse la cadena perpetua, como máxima condena para aquellos individuos que comenten crímenes como el pasional o el narcotráfico.
Analizar la propuesta fríamente, bajo aire acondicionado, visto desde la óptica del joven o adolescente que infringió la ley y que necesita una oportunidad de regenerarse; para lo cual el estado debe incurrir en grandes inversiones en infraestructura, entrenamiento de personal, alimentos, etc., suena fabuloso.
Ahora, si lo analizamos desde el punto de vista de las madres de las víctimas, de los huérfanos que quedan desamparados por el Estado, aquellos por los que ninguna institución responde por su educación, su alimentación, su salud, ni por su estado emocional y en la mayoría de los casos tienen que andar de casa en casa, de familia en familia, recibiendo caridad; entonces el panorama cambia.
Es por eso que se hace necesario estudiar las dos caras de la moneda: condolencia por aquel "pobre muchacho" que deberá estar toda la vida encerrado, sin poder recibir una segunda oportunidad de regenerarse, después de haber asesinado a la hija de alguien y la madre de alguien; y el dolor de una familia por haber perdido una hija, para quien ya no puede haber una oportunidad de ver crecer a sus hijos, de desarrollar una carrera exitosa.
Aunque toda la vida no basta para pagar por arrebatar la vida a alguien, la familia que ha sufrido la perdida y la sociedad en sentido general, se siente tranquila al saber que esa persona que ha causado tanto daño ha sido separado de la sociedad, que ya no podrá hacer más daño y sirve a la vez de mensaje a los asesinos en potencia, para que sepan que la ley castiga implacablemente a los asesinos.
Las sociedades no son entes inertes, se mueven, evolucionan y en esa misma medida deben evolucionar sus leyes, normas, sus instituciones, sus ideas y sus habitantes.

De Providencia Rossi Pujols





1 comentario:

  1. Cuánto lamento que la justicia dominicana sea tan benigna con desalmados como Junior Domíguez y su hermano. Cuánto nos duele saber que desaprensivos como esos dos estén ahora mismo felices de haber logrado un veredicto que los hará libres en poco tiempo y quien sabe si cometiendo igual o peor tropelía; sin embargo se, en lo más profundo del corazón que ellos (Junior y su hermano, el irresponsable capitán de la Policía que prestó el arma que cegó la vida de Hellen), jamás tendrán tranquilidad, no podrán volver a dormir en paz jamás pues dejaron huérfanos a dos inocentes criaturas de Dios.

    Cada día leo tu blog y la verdad es que lo encuentro a cada instante más interesante. Cuenta conmigo siempre, bendiciones para tod@s por allá.

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